sábado, 30 de abril de 2011

Ernesto Sábato

“….. en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío”.

Aquél que ha leído a Sábato, sabrá a qué obra pertenece esta frase, y para el que nunca se ha acercado a su literatura, quizás la curiosidad lo conduzca a hacerlo.  Hoy siento la necesidad de hojear  sus libros,  mis libros  ….. bien “conservados”. No; me rectifico, los libros no se conservan, están ahí, en un lugar privilegiado de mi biblioteca. No son muchos, pero son los que quiero, los que he leído y  releído. Miro las anotaciones, las marcas. No recordaba el nombre de aquella mujer que atrajo apasionadamente  a Pablo Castel, un pintor neurótico, que  atormentado por una tremenda contradicción entre “deseo”  y “miedo” asesina a María Iribarne…….( El Túnel). Sábato cuenta que para publicar esta novela debió sufrir amargas humillaciones, ya que por su formación científica nadie creía que pudiera dedicarse seriamente a la literatura. Fue rechazado por todas las editoriales, incluso por la de Victoria Ocampo. Tal era su vergüenza que si no hubiera sido por su querida Matilde, que retiraba el original de las editoriales, esa obra hubiera quedado olvidada en alguna de ellas. Por suerte, la generosidad de un amigo le permitió su publicación en Sur. Al año siguiente fue publicada en Francia gracias a la iniciativa de Albert Camus, nada menos. Corría la última parte de la década de los 40.
………………………………………………………………………………………….
“Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos”. Sábato habla así de la televisión. “El hombre se está acostumbrando a aceptar pasivamente una constante intrusión sensorial. Y esta actitud pasiva termina siendo una servidumbre mental, una verdadera esclavitud”. Son algunas frases de “La resistencia”. Intento elegir alguna para reproducirla, pero me resulta imposible quedarme con una. No puedo dejar de leer. La lucidez de sus ideas me conmueven, me cautivan. Sábato alude permanentemente a los sentidos. Hombre de profunda sensibilidad! “Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprendemos que es el otro el que siempre nos salva”……
“¡Qué poco tiempo le dedicamos a los viejos! Ahora que yo también lo soy….Nuestra “avanzada” sociedad deja de lado a quienes no producen”. Me pregunto, ¿se habrá sentido solo en su último tiempo? No lo creo. Si esa afirmación es verdadera, no sería  c su caso;  Sábato nunca dejó de producir, primero la literatura, luego la pintura. Qué persona multifacética!

Defensor por naturaleza de los Derechos Humanos. En sus ensayos se advierte la valorización del hombre, de la condición humana: “Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización…… Son excluidos los pobres que quedan fuera de la sociedad porque sobran”.
Sus visitas a la “Carpa Blanca”, frente al Congreso: “Sí, queridos maestros, continúen resistiendo, porque no podemos permitir que la educación se convierta en privilegio”.
Más de una vez visitó  la Villa Treinta y Uno; en una oportunidad para solidarizarse con los sacerdotes que ayunaban en repudio por la crueldad con que se pretendió echar a la gente, derribando sus casas con topadoras.
Presidente  de la CONADEP (Comisión nacional sobre la desaparición de personas). Escribe Sábato: “ El horror que día a día íbamos descubriendo, dejó a todos los que integrábamos la CONADEP, la oscura sensación de que ninguno volvería a ser el mismo, como suele ocurrir cuando se desciende a los infiernos”. Ese era su sentir.
La comisión entregó su informe el 20 de septiembre de 1984 al Presidente de la República, Raúl Alfonsín. Ese informe se transformó en el libro Nunca más, cuyo prólogo fue responsabilidad de Sábato.
La muerte de su hijo Jorge  Federico lo arrastró a la angustia, la desolación. La pintura lograba aliviarlo, pero solo por un rato. La música que Jorge amaba lo ayudaba a “aguardar con infinita esperanza” el momento de reencontrarse con él en ese otro mundo, que quizás exista.

No sé si era pesimista o escéptico,  quizás ambas o  ninguna de las dos cosas. Sé que fue un grande, coherente para vivir y morir: “De la misma manera, cuánto mejor es morir en la propia cama, rodeado de afecto, acompañado por las voces, los rostros y los objetos familiares…….” Así vivió y murió.

“Aunque terrible es comprenderlo, la vida se hace en borrador y no nos es dado corregir sus páginas”.

             Con todo respeto: mi homenaje. Marcela López

2 comentarios:

claudia dijo...

exelente tus palabras ! comparto totalmente con tu sentir, bien ahi Marce!!!

Marcela Lopez dijo...

Gracias Claudia! tu opinión es muy importante.