“Mi problema” abordado desde la interacción docente -alumno
En “Aprendices o aprendices de brujos” (Bourdieu y Passeron), encontré definiciones sumamente interesantes como: “Estudiar no es crear sino crearse”. “El estudiante tiene la tarea de trabajar por su propia desaparición y por la desaparición del profesor, apoderándose de aquello por lo cual es profesor”. Debo admitir que debí leer y releer estos conceptos, hasta que con esfuerzo encontré el significado. Luego me llamó la atención un párrafo sobre la “pasividad” de los estudiantes: “Así, profesores y estudiantes pueden estar de acuerdo en la denuncia de la pasividad de los estudiantes, sin dejar de disfrutar de las ventajas que les procura”. Pocas palabras para un problema profundo. Dice Bourdie: “si se considera al estudiante, el término pasivo de la relación pedagógica, como sujeto manejado, desprovisto de iniciativa y reducido a pura receptividad, acumula material y mentalmente el saber y dispensado de crear y sobretodo de ejercitarse en crear, es el receptáculo puro del saber profesoral. Este estado de cosas no puede imputarse solo al conservadurismo de los profesores, sino que también es necesario analizar las satisfacciones profundas que produce en los estudiantes. Por otro lado, debemos reconocer que jamás un profesor exige toda la pasividad que los estudiantes le otorgan y la invitación profesoral a la participación activa no alcanza para sacar de la pasividad a los estudiantes modelados por el sistema y sometidos a la lógica del sistema…..” Sería necio no reconocer que nos cuesta abandonar la posición de docentes “proveedores”, abonando de esta manera la pasividad de los estudiantes y …… disfrutamos de la comodidad que eso nos ofrece, aunque con el discurso docente encontremos el atajo para justificarlo. Alguna vez he dicho: “lo importante es que el alumno aprenda”. Ahora me estoy preguntando: ¿utilizando cualquier medio? Y con estos medios ¿aprende?
Bourdieu afirma que la manera más racional de cumplir con el oficio de estudiante consistiría en organizar toda la acción presente referida a las exigencias de la vida profesional y en poner en práctica todos los medios racionales para alcanzar, en el menor tiempo posible y lo más perfectamente posible, ese fin explícitamente asumido. Pero la realidad es muy diferente. Los estudiantes se benefician con la complicidad interesada de los profesores y separan su presente de su futuro y a los medios de los fines a los que se supone que deben servir….. Encontré en un párrafo de Bourdieu lo que yo intenté decir : …la tradición universitaria propone dos grandes modelos, el “animal de exámenes” o el “diletante”. El primero fascinado por el éxito académico, pone al servicio del examen el olvido de todo lo que esté más allá de
Él. “Estudiar para aprobar”: ¿éste será el modelo al cual responde? El otro, el diletante, que posterga indefinidamente la aventura intelectual y mantiene su condición de aprendiz eterno, negando los fines a los cuales sirve el aprendizaje. Estas maneras son producidas y estimuladas por el sistema universitario y procuran a los profesores, a la vez, adversarios y cómplices, las razones y los medios de vivir el oficio de profesor tal como les gusta. En efecto, alcanza con que el estudiante se haga de su condición una imagen racional y realista para que el profesor se vea enfrentado a exigencias que lo relegan al rol de auxiliar pedagógico. Me pregunto si los docentes tememos alcanzar esta última condición o a responder a mayores exigencias de los estudiantes. Bourdieu dice que el intercambio universitario es un intercambio de dones donde cada uno de los participantes acuerda al otro lo que espera de él, el reconocimiento de su propio don.
Esto me hace pensar, y preguntarme si es equivocado o erróneo hacer méritos docentes como para ofrecer una imagen ejemplar. No será malo si concuerdan el ser y el hacer. O ¿sí?
Sigo con la lectura:… la pasividad y la dependencia que el sistema impone ubica al estudiante en una situación que le impide manejarse por medios enteramente racionales. Así, resulta grande la distancia entre el modelo de una conducta estudiantil o profesoral acorde a la racionalidad y la conducta real de profesores y estudiantes. Tal vez estudiantes y profesores tengan en común la oscura intención de salvar las ventajas que les procura el sistema actual. Del mismo modo que los profesores pueden lamentar la pasividad de los estudiantes sin ver que es el precio de la seguridad que deben a una relación pedagógica disimétrica, ciertos estudiantes pueden imputar únicamente al autoritarismo profesoral la pasividad en la que son mantenidos sin percibir que es la contrapartida de todas las libertades que les asegura el anonimato de los “anfiteatros”. Acá no puedo dejar de referirme a las famosas clases magistrales a gran cantidad de estudiantes, sin nombre, solo observando, apuntando (muchas veces sin comprender) lo que dice el profesor, creyendo y lamentablemente algunas veces con razón que si “repite” en el examen, lo que al profesor le “gusta”, aprobará la materia.
Digo, ¿son la pasividad y el autoritarismo problemas para los que se elaboran argumentos, que en realidad son excusas para no resolverlo, ya que forman parte de un modelo que otorga privilegios a sus actores, pero que ninguno reconocerá?
Reflexiono …. : Es necesario elaborar estrategias que favorezcan la colaboración, el apoyo, el sostenimiento del alumno…pero solo hasta el logro de su autonomía. No hagamos por el alumno, lo que él puede hacer sin nosotros.
El aula es un espacio material y simbólico donde se producen formaciones grupales específicas y singulares configuraciones de tarea, de relaciones, etc.; se establecen relaciones de poder, de comunicación; se reflejan y dramatizan las configuraciones de la dinámica institucional que la atraviesa; se organizan las relaciones con el saber; se producen procesos de aprendizaje y de enseñanza; se entrecruzan y tensionan los deseos individuales y grupales, representaciones, valores, creencias, motivaciones [Souto, M. (1996) Por lo tanto, es un espacio en donde ocurren situaciones o hechos sociales que tienen que ver con el orden de lo interaccional, en donde se produce imbricación entre lo individual y lo social atravesada por una historia y por significaciones y sentidos políticos e ideológicos. Allí se ponen en juego relaciones de poder, reglas o normas de funcionamiento, roles y funciones, conflictos, redes de interacción social y cultural, códigos y rituales, discursos, comportamientos no verbales, grupalidad. En síntesis, la dimensión grupal es un constituyente del aula que afecta su estructura y dinámica y por lo tanto al acto pedagógico: enseñar y aprender.
Dice Marta Souto de Asch: La observación continua de situaciones de enseñanza aprendizaje, en distintos ámbitos del sistema educativo, muestra como característica reiterada y casi permanente, la falta de participación activa de los alumnos y la concentración de ésta en el docente.
Encuentro en el párrafo siguiente el problema que me preocupa, expresado claramente por esta autora:
Cuando un profesor enseña tiene (en el mejor de los casos) un manejo de los contenidos a enseñar y de las metodologías expositivas para transmitir el conocimiento.
Cuando un alumno aprende, recibe la información elaborada del profesor, asistiendo a una clase en la que es uno más de una suma o serie de alumnos como él.
Los roles son claramente establecidos y diferenciados dentro de un sistema de clase jerárquico, donde la dirección vertical docente-alumno predomina, las relaciones del profesor con los alumnos no son individualizados ni personalizadas, tampoco grupales: son de un individuo, el docente a elementos de una serie, los alumnos.. Por lo tanto son anónimas, impersonales, sustituibles. El alumno se caracteriza por la pasividad, la dependencia
y el sometimiento, la falta de pensamiento reflexivo, crítico y creativo. La participación queda ausente, al menos la participación activa.
Debo leer lo ya leído, reflexionar, procesar la información, organizarla, para aportar desde mi intervención, elementos que contribuyan al cambio.
Si todo queda en la intención, de nada servirá.
Encuentro a Edgar Morin! ( la verdad es que no estoy tan segura de encontrarlo. Creo que lo busco”!)
Morin identificó los principios esenciales de lo que él consideró los saberes imprescindibles que deberá afrontar el sistema educativo para constituirse en relevante y significativo. Esos saberes son:
- Una educación que cure la ceguera del conocimiento.
- Una educación que garantice el conocimiento pertinente.
- Enseñar la condición humana
- Enseñar la identidad terrenal
- Enfrentar las incertidumbres
- Enseñar la comprensión
- La ética del género humano
La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. Debemos enseñar a evitar la doble enajenación: la de nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. "Los dioses se nutren de nuestras ideas sobre Dios, pero inmediatamente se tornan despiadadamente exigentes". La búsqueda de la verdad exige reflexibilidad, crítica y corrección de errores. Pero, además, necesitamos una cierta convivencialidad con nuestras ideas y con nuestros mitos. El primer objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas. (Morin)
Sigo leyendo…. Cómo dejar de hacerlo?
Esto no tiene “FIN”. O sí….. por ahora……
Continuará.!
Marcela López
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