lunes, 21 de marzo de 2011

Vamos por buen camino

Proyectos colaborativos: ¿es posible la evaluación de proyectos colaborativos?
El aprendizaje colaborativo es un tipo de metodología docente activa, que se incluye dentro del enfoque del constructivismo del aprendizaje, en la que cada alumno construye su propio conocimiento y elabora sus contenidos desde la interacción que se produce en el aula. En un grupo colaborativo existe, pues, una autoridad compartida y una aceptación por parte de los miembros del grupo de la responsabilidad de las acciones y decisiones del grupo. Cada miembro del equipo es responsable total de su propio aprendizaje y, a la vez, de los restantes miembros del grupo.
Características del aprendizaje colaborativo . Según Johnson, Johnson y Holubec (1999)
  •   Interdependencia positiva
  •   Interacciones cara a cara
  •   Responsabilidad individual
  •  Desarrollo de habilidades sociales
  •  Autorreflexión del grupo

Los objetivos de la enseñanza en grupos pueden resumirse así:
  •   Desarrollo de la comprensión intelectual
  •   Aumento de las competencias profesionales:
  •  Fomento de destrezas de comunicación y procesos de socialización
  •  Favorecimiento del crecimiento personal
  •   Desarrollo de destrezas de trabajo grupal
  •   Establecimiento de la práctica reflexiva y la autorregulación

No debemos olvidar que uno de los presupuestos básicos del cambio de paradigma docente iniciado en Bolonia es la responsabilización del estudiante en su propio proceso de enseñanza-aprendizaje, lo que supone un cambio que ha de ser abordado desde estrategias metodológicas que faciliten un aprendizaje autónomo, así como la adecuación del proceso de enseñanza-aprendizaje a los distintos estilos discentes. El método del aprendizaje grupal colaborativo, junto con la utilización de estrategias de evaluación adecuadas, pueden favorecer este tipo de aprendizaje.
Así, para optimizar las estrategias didácticas, los docentes debiéramos considerar, como supuesto inicial, la implantación de mecanismos de motivación y responsabilización por parte del estudiante, algo a lo que éste es aún reacio, en la mayoría de los casos.
Cualquier profesor que haya aplicado en sus clases una metodología de Aprendizaje Colaborativo, probablemente se habrá planteado la siguiente cuestión: ¿hasta qué punto sé que mis alumnos se están relacionando de manera colaborativa?. El mero hecho de que tengan que trabajar en grupos, de que los materiales se hayan dividido para tener que compartirlos posteriormente, de que el rol del profesor sea el de un mediador del aprendizaje, alejado de una función tradicional típicamente representada por la clase magistral, todo esto: ¿asegura el aprendizaje colaborativo de los estudiantes?. Es decir, ¿nos da la certeza de que se ha creado una interdependencia positiva entre los miembros de los grupos, de que se establecen y mantienen interacciones interpersonales de intercambio de información y de apoyo, de que cada miembro asume un nivel de responsabilidad respecto a las tareas a desempeñar, de que se practican las habilidades sociales necesarias para poder colaborar y por último, que el grupo realiza una reflexión estratégica acerca de su propio proceso grupal, identificando sus objetivos, reasignando el reparto de roles, tareas, la gestión del tiempo, etc.?. Por otra parte, ¿cómo valoramos la evolución de los progresos en el grupo/alumno, en cada uno de estos elementos que constituyen el aprendizaje colaborativo?. La respuesta a esas hipotéticas preguntas planteada por el profesor que se implica en este tipo de metodología, es que sí es posible la evaluación y supervisión de los procesos grupales colaborativos, y que para ello se necesitan criterios y metodologías que faciliten la observación y supervisión de todo el proceso continuo de desarrollo de una actividad colaborativa en el aula. Cuanto más explícitos y variados sean dichos instrumentos de evaluación más fácilmente se podrá calibrar cuáles son las condiciones necesarias para que se produzca, realmente, una situación de aprendizaje colaborativo.
El proceso es importante porque permite comprender el acto creativo y social del grupo alumno, para 
retroalimentar su actividad y valorar su efectividad. Complementariamente, el producto es necesario en la 
medida que garantiza la planificación del proceso, es decir, asegura que éste tenga una meta definida, unos objetivos establecidos y unas estrategias para su realización y control.
La evaluación de proyectos colaborativos debe ser concebida  como un proceso global, continuo, contextualizado, planificado, interactivo, y estratégico que permite: identificar, comprender, valorar y reorientar tanto la evolución del aprendizaje en/con el alumno-grupo, y sus potencialidades, como la reflexión sobre las experiencias de aprendizaje, compartidas en una situación didáctica de grupo colaborativo.
Evaluar el proceso grupal es, probablemente, la clave para asegurar que el grupo está actuando realmente como un equipo y que el aprendizaje surge de la construcción global y coordinada del conocimiento de todos los integrantes. Sin embargo, no es fácil medir todas y cada una de las complejas habilidades que puede desarrollar un individuo en y con un grupo, o las aptitudes inter-intragrupales. Por otra parte, es más complicado evaluar un proceso que un producto. Si añadimos, además, que este proceso se da en un contexto colectivo, que determina la naturaleza de cada una de las acciones que emergen del grupo, la valoración se hace mucho más difícil en términos de fiabilidad, validez, utilidad y equilibrio de la evaluación. Del mismo modo, no siempre resulta fácil ni posible medir todas y cada una de las destrezas que puede desarrollar el individuo/grupo en todas sus dimensiones: cognitiva (conocimientos y creencias), afectiva (sentimientos y preferencias) y conductual (declaración de intenciones o acciones manifiestas). Consiguientemente, hace falta una compleja red de indicadores para evaluar el trabajo en grupo y las destrezas colaborativas de un equipo.
Me pregunto:  ¿Estamos listos para afrontar esta estrategia? Y la respuesta es definitivamente: No. Creo que no, por ahora… Pero  nos estamos preparando. 
Vamos por buen camino. !!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante!! Felicitaciones


Ale Linares

marcelo Adrián Mazzeo dijo...

Hola Marcela!!!, muy interesante todo lo que escribiste sobre aprendizaje colaborativo. Este paradigma sin dudas implica por parte del docente un cambio rotundo de mentalidad, tomando como eje no su persona como centro del proceso, sino a sus discentes.Sería bueno iniciar este camino en el hogar y en los niveles primario y medio de educación que en nuestro País no es lo usual. No importa!!!. Alguien tiene que empezar y me alegra compartir contigo este nuevo desafío en nuestra Cátedra. Los docentes, bajo esta nueva dimensión tomamos un rol protagónico en este proceso de enseñanza-aprendizaje como guias en el proceso de lograr en nuestros estudiantes la : " autonomía responsable".

Marcela Lopez dijo...

Gracias Marce por tu comentario! "Compartir" es uno de los objetivos de este blog. Estoy convencida que la innovación hace crecer, aún en el disenso.