La revolución tecnológica, la globalización, el nuevo orden económico internacional son signos contundentes que el mundo está pasando por cambios profundos. Quizás como nunca antes lo ha hecho.
El primer gran cambio tecnológico que modificó radicalmente el modo de vivir de las personas ocurrió hace 12 mil años con la revolución agrícola. Los grupos humanos aprendieron a cultivar la tierra, pudieron establecerse en un lugar y crear ciudades y civilizaciones.
En el siglo XVIII la revolución industrial, con las máquinas y los motores las distancias se acortaron y se produjo el fenómeno de urbanización masiva.
Hoy estamos viviendo la tercera gran revolución tecnológica: las computadoras conectadas a través de Internet, los medios de comunicación interactiva, la realidad virtual y otros avances en el área de la informática, transformaron radicalmente las nociones del tiempo y del espacio e incluso de la realidad.
Este tipo de tecnología está generando cambios. Las fábricas disminuyen la cantidad de trabajadores, los cuales ahora deben estar muy bien calificados.
Otra área de la actual revolución tecnológica se da en la biotecnología, en la ingeniería genética, la producción de nuevos materiales que están reemplazando a los tradicionales. Tal es el caso del plástico y la cerámica en lugar del acero.
Estamos en el inicio de una segunda revolución de la información y no es una revolución tecnológica ni se está produciendo allí donde los científicos o la industria de la informática creen. Esta nueva revolución está cambiando nuestra percepción del espacio y del tiempo, dimensiones fundamentales de la experiencia humana. No se trata de nuevas máquinas, de técnica, software o velocidad. Es una revolución de conceptos. La Sociedad del conocimiento cambiará por completo las estructuras sociales, la forma de comportarnos y dirigirnos.
El conocimiento pasa a ser la materia prima fundamental .
¿Es nuestro sistema educativo capaz de asumir esta realidad y de hacer los ajustes necesarios?
Queda abierto el debate.
